La arquitectura bancaria de Medellín y los edificios de Bancolombia

Banco de la República. Gonzalo Escovar, s.f.

 

En 1872 se fundó el primer banco en Antioquia, precisamente llamado Banco de Antioquia, de carácter semioficial, que era a su vez el segundo banco emisor creado en el país. Dos años antes, en 1870, se había fundado en la capital de la república el Banco de Bogotá. En las tres décadas siguientes, entre 1872 y 1904, se establecieron en la ciudad de Medellín al menos una quincena de bancos o entidades bancarias. Pero en ese mismo lapso, de 33 años, ninguna de las instituciones construyó una edificación con una destinación específica o con características propias a la actividad que se destinaba, tanto en su definición espacial como formal.

En estos años primaron los espacios adecuados en viejas casonas de tapia, en las que la carpintería de madera hizo la diferencia, a partir de la elaboración de tabiques, muebles y elementos decorativos necesarios para cumplir con las actividades propias a este tipo de actividad, pero en ningún momento floreció una arquitectura especializada.

La arquitectura bancaria tiene un desarrollo más tardío que el logrado en términos institucionales, pues solo se tiene noticias de una construcción de un edificio bancario, para el caso de Medellín, en 1904 el Banco de Colombia. A partir de entonces se pueden plantear tres momentos de la arquitectura bancaria en relación con el Centro de Medellín.

La arquitectura bancaria temprana entre 1904 y 1948

La arquitectura bancaria de Medellín y los edificios de Bancolombia

Commercial Bank of spanish América [Banco comercial Hispano Americano]. Daniel A. Mesa, c. 1920.

El año de 1904 es una marca temporal destacada tanto por la construcción de la sede del Banco de Colombia como por la irrupción en el medio local de entidades bancarias creadas en otras ciudades —en unos casos con participación accionaria de extranjeros—, a las que se sumaron años después las que llegaron como sucursales de bancos extranjeros. Hasta ese año habían sido fundamentalmente comerciantes locales los que habían promovido las entidades bancarias, pero con la llegada del Banco de Colombia, creado en Bogotá en 1875, arribaron inversionistas de otras latitudes a promover nuevas entidades; así, después del Banco de Colombia vendría el Banco Alemán Antioqueño, creado en 1912 —por inversionistas alemanes y la participación minoritaria de inversionistas antioqueños—; igual, llegarían con los años otros más para abrir sucursales de entidades extranjeras como el Comercial Bank of Spanish América, a finales de los años diez; el National City Bank de Nueva York y el Anglo South America Ltd. (1923); el Banco Anglo Colombiano y el Banco de Londres (1923); el Banco Francés e Italiano para América del Sud (1924), o el Royal Bank de Canadá.

Es el primer momento del surgimiento del sistema bancario colombiano, que pasó de la llamada época de la “banca libre” (1870-1922) –debido a la inexistencia de un banco central y por tanto el desarrollo de los bancos regionales–, a la creación en 1923 de un banco emisor, es decir, el Banco de la República, que determinó un cambio en la economía colombiana y que, aunque con limitado poder de decisión en la economía, consolidó el sistema bancario.

De la misma manera que las entidades bancarias se diversificaron, lo propio ocurrió con la arquitectura en estos años, pues se construyeron edificios representativos y de gran factura como la sede referida del Banco de Colombia, construida en la calle Boyacá, al frente de la fachada norte de la iglesia de La Candelaria; y la sede del Banco Alemán Antioqueño, en la calle Colombia —entre Bolívar y Carabobo—, diseñada por Horacio Marino Rodríguez.

La arquitectura bancaria de Medellín y los edificios de Bancolombia

Banco Republicano. Fotografía Rodríguez, 1923.

Casi todos los bancos fueron construidos alrededor del Parque de Berrío o en calles contiguas, como los dos anteriores. En 1923 se construyó el Banco Republicano en la esquina suroccidental del parque, considerado uno de los edificios de mayor relevancia y calidad espacial y formal en la arquitectura de la ciudad, también con diseño del mismo Rodríguez, arquitecto autodidacta; el Banco de Bogotá, inaugurado en 1941, en el costado occidental; en 1948 se inauguró el Banco de la República, en el costado oriental del parque, sobre la calle Palacé y contiguo a la iglesia de la Candelaria. En diferentes años de la década de 1940, en calles aledañas fueron construidas la nueva sede del Banco Comercial Antioqueño (1943), en la calle Carabobo; y la Caja Colombiana de Ahorros (1943), también sobre Carabobo.

La arquitectura bancaria en estos más de cuarenta años se transformó igual que lo hizo la arquitectura en general, pasando de los edificios de corte historicista y eclécticos en las primeras tres décadas, donde primó la decoración externa, a unos edificios cada vez más simplificados en sus formas, sin olvidar los principios compositivos clásicos, de planos lisos que se desplazaban, con ventanas que fueron cambiando el vano vertical por una disposición horizontal alargada, dando mayor uso al vidrio.

Edificios donde la materialidad destacaba en sus fachadas y en los espacios interiores de atención al público. La elegancia de las portadas, con sus carpinterías metálicas, lo mismo que en los vestíbulos, con la materialidad, iluminación, decoración y espacialidad, eran formas de destacar esta nueva arquitectura y el prestigio de la entidad bancaria.

La zona bancaria entre 1950-1964

A mediados del siglo XX, Medellín se consolidó como Capital Industrial de Colombia y en su promoción coadyuvaron los capitales de los empresarios que comenzaron a expresarse en construcciones de arquitectura moderna, como el edificio Fabricato, paradigma de esos años.

En el objetivo de configurar el Medellín moderno, la transformación urbana del centro de la ciudad fue fundamental, pues a medida que se ampliaron las calles para dar paso a las avenidas, se fue consolidando la nueva arquitectura. Fueron los casos de la carrera Carabobo, la avenida Junín o las calles Boyacá y Colombia, todas aledañas al Parque de Berrío, en donde las viejas casonas de tapia se demolieron, y sus lotes fueron cedidos para la ampliación vial y el desarrollo arquitectónico en altura. De esta manera se adecuaron calles y avenidas en la década de 1940 para darle espacio a los vehículos privados y, de manera especial, a los autobuses que se tomaron la ciudad luego de que a finales de esta década se decidiera el fin del sistema de tranvías. Eran los años de la discusión del Plan Piloto, elaborado por los urbanistas José Luis Sert y Paul Wiener entre 1948 y 1951, y su posterior desarrollo como Plano Regulador, pero, sobre todo, eran los años de la ejecución de obras por el sistema de valorización, que se había implementado desde 1938.

La arquitectura bancaria de Medellín y los edificios de Bancolombia

Banco de Bogotá. Fotografía Rodríguez, 1931.

Como se decía en la prensa de la época: “…el afán de construcciones se va tornando en afortunado vértigo de modernidad, y la arquitectura presta a los hombres la generosidad geométrica de sus estilos…” (El Correo, Medellín, 27 de junio de 1944). Sin lugar a duda una sintética forma de ver y celebrar la dinámica edificatoria que se vivió a mediados del siglo, cuando industriales, comerciantes, constructores y banqueros compitieron y se emularon por hacer de sus edificios no solo un emblema de su empresa, sino un aporte singular a esa modernidad de la ciudad.

Un sector revelador de esa dinámica constructiva fue la calle Colombia, donde fueron implantadas sucesivamente edificaciones representativas de los nuevos tiempos de la arquitectura moderna para sedes bancarias: el Banco de Bogotá y el Banco Comercial Antioqueño, en 1950; el Banco de Colombia, en 1951 —en la esquina de Colombia con la carrera Bolívar—, lo que hizo que esta calle se fuera convirtiendo en el eje bancario, especialmente después de los trabajos de ensanche hasta el llamado puente monumental de Colombia Gonzalo Mejía, en 1955; así fueron construidos, entre otros, edificios como sedes para el First National City Bank, el Banco Central Hipotecario, el Banco de Caldas, el Banco Ganadero, entre otros. Con lo que en las décadas de 1950 y 1960 se consolidó este sector como la zona bancaria, lo que no impidió que fueran construidas otras sedes como la sucursal Palacé del Banco Comercial Antioqueño o la otra sede del Banco Industrial Colombiano, que se construyó en la calle Colombia, pero en el cruce con la carrera Junín, en 1956.

Eran edificios que variaban en su altura entre los seis y los diez pisos, con lo que su escala urbana era pertinente y adecuada para esa ciudad moderna que se configuraba. Era una especie de tipología arquitectónica conformada, independiente de las diferencias entre los lenguajes, de un zócalo, el cuerpo propiamente dicho y el remate. El zócalo fue un elemento fundamental para el espacio y la fachada urbana, en tanto elemento de relación con la escala humana, de referencia en términos de la institución comercial o bancaria y de articulación entre la calle-andén con el vestíbulo del edificio.

La arquitectura bancaria y la renovación urbana del Centro entre 1965-1980

El tercer momento de la arquitectura bancaria está determinado por la intensificación de la transformación urbana del centro de Medellín. Ya no se trató de ensanchar calles para hacer avenidas, como se hizo en las décadas anteriores, sino que se plantearon soluciones más radicales, en tanto se complementaron con proyectos que prácticamente fueron de renovación urbana. Entre 1965 y 1967, a través del proyecto de Valorización número 250, se ejecutaron obras como la conexión entre las calles Colombia y Ayacucho, mediante una diagonal que implicó demoler una manzana entera, al igual que la ampliación de la carrera Bolívar a 36 metros de sección, lo que implicó demoler todo un conjunto de casas a lo largo de ocho cuadras entre la calle San Juan y la Plazuela Nutibara. Toda esta gran intervención incluía un proyecto más ambicioso: la construcción de la nueva sede del Banco de la República en la parte sur del Parque de Berrío, cuyo desarrollo implicaba también la remodelación del Parque de Berrío, con parqueaderos subterráneos, y una continuidad espacial entre el primer piso del banco y la propia plaza, pasando por encima de la calle Colombia, que quedaría subterránea, al igual que la calle Boyacá en la parte norte. El proyecto fue presentado en 1964 y las últimas casonas históricas al sur del parque fueron demolidas en 1966, año en que se entregaron los lotes al municipio, pero el inicio de las obras solo fue posible hacia 1969. El proyecto arquitectónico del edificio culminó en 1974, pero sin la continuidad espacial al parque debido a la oposición generada por los altos costos para el Municipio.

La arquitectura bancaria de Medellín y los edificios de Bancolombia

Edificio Banco Ganadero. Gabriel Carvajal, 1969.

Así, este tercer momento que se había iniciado con otro proyecto arquitectónico sobre la calle Colombia, en el cruce con la carrera Carabobo, como sede del Banco Industrial Colombiano, inaugurado en 1965, continuaría con el Banco de la República en los años señalados, seguiría con la Torre del Café, para el Banco Cafetero, terminado en 1975, y tendría otro referente destacado, la torre del Banco Popular, en la esquina nororiental del Parque de Berrío, diseñada por la empresa bogotana Esguerra Sáenz y Samper, quienes ganaron el concurso realizado en 1974, pero cuya construcción se inició en 1977 y se culminó para 1980, aproximadamente.

Para estos años la prensa acuñó el lema de “ciudad de los grandes edificios o de los pequeños rascacielos”, cambiando su perfil urbano a uno cada vez de mayor altura, hasta llegar a celebrar la obra más paradigmática que redefinió su paisaje, el llamado Centro Coltejer. Inaugurado en 1972, con sus 36 pisos y los 42 mil metros cuadrados de construcción, puso un punto especial en su remate, al que, señalaban sus diseñadores, se le dedicó “especial atención… aspecto muy descuidado en edificios grandes, pues sabemos cómo estos son lo que configuran las siluetas de las grandes ciudades modernas”.

Los nuevos edificios ganaron altura y renovaron la arquitectura. Los principios fundamentales de contar con sótanos para parqueaderos, la plataforma comercial sobre la calle —de dos pisos generalmente—, la torre con las áreas comerciales y oficinas de alquiler y el remate singular caracterizaron esta época arquitectónica, donde al concreto armado se le sumaron los planos en vidrio —Banco de la República— o los enchapes en piedra blanca —Banco Popular—, el mármol de pisos, entre otras materialidades.

Con las obras de ampliación de vías, de renovación urbana y de la arquitectura en altura, la ciudad de Medellín redefinió su centralidad y creó una nueva imagen del paisaje, con imágenes muy potentes, al punto que hoy son las que lo caracterizan, más allá de los proyectos desarrollados en las dos últimas décadas del siglo XX y las dos primeras del siglo XXI, cuando la actividad bancaria salió del Centro para construir otras edificaciones paradigmáticas como la sede de Bancolombia en la antigua zona industrial, al sur, ahora reconvertida en una zona de servicios.

La sede del Banco de Colombia 1950

Ubicado en la esquina de la calle Colombia con la carrera Bolívar, es decir en la esquina suroccidental del Parque de Berrío, en pleno Centro histórico de la ciudad de Medellín, el edificio del Banco de Colombia es uno de los edificios emblemáticos de la zona bancaria, configurada entre 1950 y 1965, por su implantación esquinera, su materialidad y aporte a los nuevos lenguajes arquitectónicos, tanto de la arquitectura bancaria como comercial.

La arquitectura bancaria de Medellín y los edificios de Bancolombia

Fachada del edificio Banco de Colombia, Medellín. Francisco Mejía, 1951.

Este es uno de los proyectos diseñados por el arquitecto austriaco Frederick Blodek para la empresa Arquitectura y Construcciones Ltda., en 1945. Antes del Banco de Colombia, inaugurado en 1951, había diseñado el edificio del Sacatín, el edificio de apartamentos Caldas, el edificio de Fabricato y la primera sede de la Compañía de Suramericana de Seguros, sobre la carrera Carabobo que, si bien diseñado en 1945, fue inaugurado en 1950.

De ahí la similitud de lenguajes y de materialidades entre estos edificios, que muestran rasgos de una arquitectura muy dentro de los presupuestos del modernismo vienés, distante del funcionalismo en boga en el mundo. En este caso todavía se acude a elementos compositivos neoclásicos, como enmarcar el eje de simetría, las ventanas con vanos rectangulares de forma vertical, con líneas que las separan y acentúan la verticalidad de la edificación. Las fachadas se componen de planos que se van desplazando hacia el interior. El volumen se compone del zócalo —de dos pisos—, distinguible por su propia materialidad distinta al resto del edificio, separado del cuerpo del edificio por un friso horizontal, luego de lo cual se van desplazando hacia el interior del plano de fachada y, por el último el remate, coronado por una terraza, hasta alcanzar los diez pisos. Todos estos elementos están presentes en el edificio del Banco de Colombia, donde el zócalo es apreciable por la materialidad y su color, frente a la piedra bogotana del cuerpo y remate, que fue tan utilizada en aquellos años.

Un detalle distinguible de este proyecto en su estado original es la importancia jerárquica dada a la esquina, pues la portada estaba en todo el ochave (recorte que se hace a un terreno o construcción esquinera para obtener una mejor visibilidad), con lo cual el acceso estaba relacionado visual y espacialmente con el Parque de Berrío.

Un bello ejemplo de arquitectura que aún permanece pese a los cambios e intervenciones, que no le quitan el valor de una arquitectura serena, sin estridencias decorativas, pues todo se concentraba en la manera de definir el volumen y en su riqueza espacial interior, a lo que aportaron mucho los materiales, la iluminación y el gran trabajo de carpintería metálico, como en otros ejemplos de la ciudad.

El Banco Industrial Colombiano, la sede de la calle Colombia, 1965

La arquitectura bancaria de Medellín y los edificios de Bancolombia

Construcción del edificio del Banco Industrial Colombiano. Digar, 1964.

Implantado en la esquina de la calle Colombia con la carrera Carabobo, esquina nororiental, fue diseñado por la oficina de Obregón y Valenzuela Ltda. y construido por la empresa Ingeniería y Construcciones Ltda.

Es evidente la influencia del funcionalismo en la arquitectura del edificio. Es lo que muchos investigadores denominan el International Style, que caracterizó cierta arquitectura comercial, empresarial y bancaria en Colombia a mediados del siglo XX, sin desconocer la manera en que estos elementos fueron adoptados a las condiciones del medio local.

El principio fundamental de sótano para el parqueo, la plataforma que remataba en una terraza ajardinada en relación directa con la escala y el plano de la fachada urbana —en este caso sobre dos fachadas— y la torre propiamente dicha, que es un volumen ortogonal exento, con posibilidades de contar con las cuatro fachadas, lo que no ocurre en la plataforma que solo tiene las dos fachadas sobre la calle y la carrera. La fachada sobre la carrera Carabobo permitía el acceso al parqueadero y en la torre un plano ciego y liso se rompe con una grieta vertical, en donde sobresalen los balcones en voladizo; mientras que la fachada sobre la calle Colombia daba acceso peatonal a las oficinas a nivel de calle, protegiendo el peatón con el voladizo saliente con que se remata la plataforma, por su parte la torre tiene la fachada retranqueada, para protegerla de la incidencia solar del poniente, donde los muros juegan a ser los brise soleil, manejo bioclimático propio de esta arquitectura funcionalista. El retranqueo permite el aprovechamiento como balcones, estableciendo franjas horizontales que caracterizan esta fachada. Este edificio de 17 pisos, desarrollado bajo el principio de la planta libre, fue desarrollado con la llamada “Estructura de sistema reticular celulado”, que se impuso en esos años para los edificios en altura. Pero el trabajo en concreto no solo se redujo a lo estructural, sino que caracteriza los acabados, pues ya en los refabricados, en las columnas o en acabados el gris del cemento es predominante.

*Profesor Asociado de la Escuela del Hábitat de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de Colombia sede Medellín.


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