Una señora mayor sale de la clínica, el carro de la familia pasa por la casa donde ella nació. La puerta está abierta y pide que se detengan, quiere entrar.

Era 5 de septiembre de 2008 y Plazarte abría sus puertas de la mano del colectivo TallerSitio como un espacio para la formación, la producción y la circulación del arte. Tulia Vargas, la mujer que nació allí, recorrió la casa con nostalgia y recordó cada rincón, cómo era antes, dónde oraban, dónde jugaba con sus hermanos, y se alegró de ver lo que estaba sucediendo allí.

La casa tiene tres patios, un escenario, varias salas de exposición, una biblioteca, una videoteca y un café bar, con un jardín en el centro, sillones, hamacas y faroles. Cualquiera puede ir a leer o a tomarse un café mientras ve caer la lluvia sobre el jardín central, escucha la banda que ensaya o a los actores que preparan su próxima función.

Plazarte acuerda residencias locales, nacionales e internacionales con artistas de diversas disciplinas que deseen realizar proyectos que involucren al barrio y a sus habitantes. Además presta sus instalaciones para ensayos, presentaciones o encuentros de colectivos artísticos y sociales.

Desde su inauguración, los muros de la casa han sido lienzo de artistas y viajeros que han pasado por allí. Una de las obras que hay en el solar es un grabado de la familia Vargas en el que está la pequeña Tulia, quien setenta años después firmó la primera página del libro de visitantes, que dice “Bienvenidos a mi casa, su casa”.