Planetario Jesús Emilio Ramírez

Ardillas cacofónicas de rumba y letra

Rumbo al sur va el Metro. Después de dejar el nivel del suelo y subir al viaducto está la Estación Universidad. No hay dificultad alguna para saber que se trata de la Universidad de Antioquia cuyas instalaciones más importantes, educativas y administrativas, se encuentran muy cerca de esta estación. ¿De dónde sale la importancia de esta Universidad que amerita una estación del Metro? De su propia historia y de su propio desarrollo. Se origina en 1822 por un decreto del General Santander y su Ministro del Interior José Manuel Restrepo, pero ya antes, en el 1803 colonial, surgía como Real Colegio de Franciscanos, núcleo que sirvió para consolidar su crecimiento en la República. Tomó el nombre de Universidad de Antioquia por reglamentación del Presidente del Estado Soberano, Pedro Justo Berrío, en 1871. Aunque con años de diferencia para iniciar actividades, las Facultades básicas que le dieron despegue a la Universidad de Antioquia fueron Derecho, Medicina y la Ingeniería de Minas, que luego se separó. Su funcionamiento original se efectuó en el edificio que hoy alberga al Paraninfo, Plazuela de San Ignacio, anteriormente Plazuela de San Francisco. La Ciudad Universitaria es obra de los años sesentas y allí se concentraron las tareas de la mayor parte de sus programas a partir de 1968.

Para mirar las estrellas y los astros, para sucumbir a la imaginación que nos envuelve con los cometas y los planetas, basta ingresar al Planetario, después de dejar la última escalinata de la estación. Apenas un poco al norte se encuentra el Jardín Botánico, remanso tranquilo en medio de barrios ofuscados y a veces de intolerantes vecinos. No se llamó así en sus comienzos, sino El Bosque de la Independencia como homenaje al primer centenario de la Independencia de Antioquia en 1913.

Por cierto que los terrenos formaban una gran finca de recreo particular, El Edén, con baños naturales que atraían a la población, razón por la cual el tranvía de mulas, primero, y luego el tranvía eléctrico, tuvieron como punto de referencia este lugar.

El Bosque de la Independencia fue un proyecto ecológico que pretendió sembrar y conservar especies arbóreas criollas e importadas. El proyecto se vino a menos e hizo tránsito a otro de carácter recreativo, sitio donde los niños se divertían en un lago y en los juegos mecánicos. Los sábados en la noche y los domingos en la tarde, el kiosco del Bosque servía de club popular para bailes donde participaban los artesanos, obreras, policías en franquicia, estudiantes y trabajadores del ferrocarril. Los pasos más movidos se hacían al compás de géneros propios de la época como el tango, la polka, la milonga, el foxtrot, la rumba y el pasodoble.

El Bosque tuvo un lugar contiguo que era la prolongación del Fundungo: la Curva del Bosque. Un poco más allá, donde hoy comienza Moravia, se iniciaba la carretera más antigua que conducía al municipio de Bello y que, en su tramo inicial, se llamaba Las Camelias, con bailaderos y prostíbulos donde reinaba la música popular de los cincuenta en adelante: la sonora Matancera, el Negrito del Batey, Daniel Santos, los boleros de Leo Marini y María Luisa Landín. ¿Acaso no los escucha usted por la ventanilla del Metro cuando espera unos segundos, desde lo alto de la Estación Universidad?

Si no los escucha es porque se encuentra detenido en la Permanencia Norte, a sólo un paso de la estación. Inspectores y agentes civiles solían detener allí a estudiantes en huelga y sindicalistas radicales a muchos de los cuales no les gustaba la música popular ni la literatura, porque eran desviaciones burguesas. De tal manera que Daniel Santos, El Negrito del Batey y la Sonora Matancera seguramente estén aislados para no contaminar la pureza de esos otros presidiarios.

Para que el Jardín Botánico cumpliera su cometido de preservar especies vegetales y darle libertad de acción a las ardillas y los pájaros de la ciudad, el municipio creó el Parque Norte con un lago de mayor calado y juegos mecánicos modernos para niños. La Estación Universidad verá llenarse sus vagones, de jóvenes que vienen a estudiar, a jugar fútbol y nadar en los predios universitarios. Pero serán los niños quienes inunden con sonrisas y manitas de cristal las ventanillas del metro.

El viejo y desconchado barrio Miranda continúa al norte del Jardín Botánico. Es el barrio que tiene mayor cantidad de legumbrerías y verdulerías por metro cuadrado del país. Con un agravante: los mecánicos que allí trabajan y duermen, han convertido las calles en talleres para su labor y por ende, privatizaron el espacio público.

A los cristianos no católicos les será útil esta estación. Al frente de la Universidad, por Carabobo, se encuentran recintos de oración, iglesias de las diferentes sectas protestantes que le han dado al entorno un nuevo aire religioso de serena musicalidad.

Se jubilarán tranquilos los profesores y los funcionarios de la Universidad de Antioquia. Son tantos. Ellos podrán dejar los vehículos en sus casas para venirse a trabajar en Metro. Sólo los fines de semana necesitarán quemar gasolina.

Y en la semana universitaria, los saltimbanquis, los teatreros, los artistas universitarios y la Banda Sinfónica subirán al tren, harán un recorrido de la mano con su pueblo que va al trabajo, cantarán entusiastas, saludarán de mano sin asustar a los ancianos y les narrarán que para ellos también se ha hecho el refresco eterno de la juventud y la universidad.

Estación Universidad