Lejos de casas y cerca de talleres
Para los años veinte del siglo pasado Guayaquil era un hervidero de negocios y cantinas y unas cuantas grandes casas de familia cerca de la margen oriental del río Medellín. Como un ejercicio para reformar las malas costumbres y alejar a los pobladores de la lujuria y el alcohol, miembros de las buenas familias respaldados por el arzobispo Manuel José Caycedo se propusieron la construcción de un templo católico, incitador de la fe, el recogimiento y la exoneración de las culpas.
Fue así como en 1923 se inició la construcción de la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, con diseños del arquitecto belga Agustín Goovaerts, en terrenos donados por la Sociedad de Fomento Urbano, entidad formada por los dueños de los lotes que darían origen al sector que hoy conocemos como Sagrado Corazón o Barrio Triste. Cuentan que se utilizó arena del río Medellín para abaratar costos y que algunos ciudadanos aportaron joyas al presupuesto para la edificación de ladrillo macizo y estilo gótico, que se terminó de construir en 1941.