El muralista
Soy Bryan, con i latina, Brian Salve. Desde pequeño me acostumbré a ese sonido y me gusta como se escucha, muy diferente a como se oye Bryan-Monsalve-Sepúlveda, el nombre que aparece en mi cédula. Me gusta el punk mexicano, pintar calaveras y pensar la relación de la vida y la muerte. Me gusta levantarme y ver el Centro por tres segundos desde la ventana. Me gusta ver el paisaje. Es muy distinto al de Bello. Me gusta mirar. Y ahora escuchar. Me gusta hacer esténcil en la calle. Me gusta la relación de lo terrenal con lo espiritual. Por eso entro a las iglesias a dibujar. Una vez estuve en una de Bello donde la sombra de un Jesús se proyectaba como un monstruo que se lo iba a comer. Me gustan los gallinazos.
Desde pequeño he tenido la terquedad de hacer algo que tenga que ver con la pintura, y cuando pude hacerlo supe que no quería estar lejos de eso nunca. Estudié artes plásticas. Antes de graduarme me acerqué al grafiti y comencé a conocer la ciudad pintando los muros. Cuando uno camina por la calle puede ver lo que hay escrito en las paredes y darse cuenta de que hay mucha gente que tiene las mismas preguntas que uno, aunque todavía no tengamos respuestas. Me gusta leerlas cuando salgo a pintar con los parceros un domingo por ahí, porque el grafiti es una forma de estar con ellos, pero también de sentir la ciudad de otra manera, de hacer catarsis. De decir lo que uno quiere decir. De decir si uno está enojado o feliz.
Hace diez meses vivo acá, en el Centro, muy cerca del tranvía de Ayacucho que grabamos una noche lluviosa con un aparato raro de Lucho —Luis Buitrago—, el profe del taller de Escuchar el Centro. Del Centro el primer recuerdo que tengo es entrando detrás de mi cucho a todos los almacenes de electrónica donde conseguía los repuestos para arreglar los electrodomésticos. Vivíamos en Bello y para mí el Centro era el lugar maluco donde uno iba a caminar muy rápido. Después, un poquito más grande, el Centro era el lugar donde hacían el Antimili, en el Parque de Boston, y me venía con todos los parceros de la choza de Marco Fidel. En esa época el Centro me daba pereza porque no se podía ni caminar. Ahora que vivo acá camino más despacio, conozco lugares a otras horas del día, y ya hasta me gustan las palomas.
De los talleres de Escuchar el Centro me queda la idea de grabar con más regularidad las cosas que pasan acá. Desde la ventana de mi apartamento en el piso quince de un edificio nuevo sobre el tranvía, estoy haciendo un minuto de grabación cada noche. Una de tantas grabé a una pareja de raperos que estaban cantando a un lado del tranvía, y justo al otro lado había un man diciendo “¡te voy a matar hijueputa!” y mandaba puños al aire y decía duro “¡¡¡gonooorreeea!!!”. Estaba delirando. Y mientras tanto, el man y la nena tirando beats de rap que se mezclaban con esos gritos. De repente parecía como si estuvieran componiendo la banda sonora de una película urbana.
Tallerista: Luis Fernando Buitrago - Creación colectiva
Participantes: Anderzon Piedrahita, Brian Monsalve, Camilo Cifuentes, Carlos Arturo González, Nidia María Montoya, Vivian Lizeth Londoño.
Resultados del Taller Escuchar el Centro