Los incendios y la modernización arquitectónica de Medellín

Incendio en el sector norte del parque de Berrío. Se pueden ver: 1 y 2. Hoteles Lusitania y América y 3. Banco Vásquez destruidos por el incendio. Benjamín de la Calle, 1916.


Entre marzo de 1916 y octubre de 1921 se sucedieron en la ciudad de Medellín varios incendios, los que afectaron el corazón de la misma, es decir, en las fachadas norte y occidental del Parque de Berrío, y las manzanas aledañas hacia el occidente, entre las calles Bolívar y Carabobo.

Algunos, muy pocos, vieron en estos incendios una gran pérdida, como en el caso del cronista Don Alonso Ballesteros, seudónimo de Ricardo Uribe Escobar, quien luego del incendio de octubre de 1921 escribió:

Allí estaban entre el fuego [las viejas casonas] Y todas ellas
se convertían en ruinas, y entre esas ruinas íbanse el recuerdo y la
añoranza, la leyenda y la historia.

Ya sé que algunos dirán que el incendio le va a convenir a Medellín
porque en el lugar de esas casonas viejas y antiestéticas habrán
de levantarse mañana edificios suntuosos, modernos y elegantes.

Los incendios y la modernización arquitectónica de Medellín

Ruinas del incendio en el sector occidental del parque de Berrío. Fotografía Rodríguez, 1921.


Para Ballesteros era “mi viejo Medellín que se marchaba entre el fuego devastador”, a la vez que la evocación de su juventud ida y el dolor por la pérdida de lo que consideraba como el “sello tradicional” de la antigua villa, pero para otro grupo representativo y tal vez mayoritario de dirigentes, era la gran posibilidad de concretar el sueño de acabar con esas mismas casonas viejas, consideradas antiestéticas,que seguían en pie en pleno corazón de la ciudad y de esta manera transformar la arquitectura y la imagen urbana con formas más modernas y acordes con los nuevos tiempos que se vivían, especialmente después de la llegada del tren en 1914, cuyo accionar había determinado no solo un importante crecimiento económico y urbano, sino una euforia por la modernización urbana.

Los incendios fueron, pues, una oportuna, buena y gran disculpa para profundizar esa transformación que sectores de la élite querían imponer en el campo de la estética urbana, lo cual se había empezado a manifestar desde finales del siglo XIX y con el cambio de siglo, por lo cual se intentó normatizar y controlar con la creación en octubre de 1916 de la Comisión de Estética por parte del Concejo de la ciudad, a iniciativa de la Sociedad de Mejoras Públicas, y con la creación de esta Comisión se definió la celebración de un concurso anual para premiar el edificio privado cuya fachada exterior fuera la “más hermosa, entre los edificios de carácter particular que sean totalmente concluidos, o cuya fachada exterior sea totalmente modernizada”.

Los concursos, premiaciones y fallos de las fachadas se sucedieron entre los años de 1917 y 1921, estableciendo con plenitud cánones estéticos, en los que, en un principio, se reconoció la importancia de la ya reconocida actividad de “modernización”, es decir, las reformas de las fachadas de tapia de las antiguas casonas para configurar un nuevo lenguaje acudiendo a referentes historicistas, aunque en los últimos concursos se reclamaron mas edificaciones nuevas que solo transformaciones. Había un consenso social para la valoración positiva de este tipo de ejercicio constructivo y arquitectónico.

Los incendios y la modernización arquitectónica de Medellín
Resumen:

Ruinas del incendio en el sector norte del parque de Berrío. Benjamín de la Calle, 1916.


Es un hecho evidente que la configuración de la fachada norte del Parque de Berrío, luego del incendio de marzo de 1916, con los edificios Echavarría, Gutiérrez, Hernández y, por último, el edificio Olano, se constituyeron en el perfecto ejemplo de la materialización del sueño estético arquitectónico del momento, como bien lo señala Ricardo Olano, uno de sus principales promotores: “Sobre los escombros se levantaron magníficos edificios modernos que son adorno de la ciudad”. La Calle Boyacá, pese a que ya desde principios del siglo XX tenía edificios modernizados, también fue una de las más afectadas por los incendios, por lo cual empezó a transformarse desde esta misma fachada del parque y se fue prolongando hacia la parte occidental en el Barrio San Benito. No es mera casualidad la ya referida conversión a un “modelo moderno” de la iglesia del barrio entre 1920 y 1926. De esta manera, a lo largo de la calle Boyacá, entre el Parque de Berrío y más allá de la iglesia de San Benito, la arquitectura residencial del sector, si bien mantuvo muchos ejemplos representativos de las casonas tradicionales, con sus muros de tapia encalados, aleros con canecillos, ventanas de bolillos y portada de madera primorosamente trabajadas, también le dio paso a otro representativo número de casas con fachadas modernizadas, donde el canon estético historicista, con composiciones neoclasicistas o ciertos desbordes decorativos eclécticos, rompieron con la continuidad y la misma monotonía de la fachada urbana. Uno de esos ejemplos de cambio de lenguaje, siguiendo los cánones estéticos del momento, fue el de la fachada de la casa de propiedad del señor Ricardo Wills, en la esquina de la calle Boyacá con la carrera Tenerife.

*Fragmento tomado del libro El Jordán y la Casa Zea en la historia urbana de Medellín, publicado por la Alcaldía de Medellín.
Ver libro en Novedades de la Escuela del Hábitat


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